Un mural inspirado en la Madre Ysabel Lagrange Escobar
- Evelyn Bello
- 19 abr
- 1 Min. de lectura
Actualizado: 21 nov

En este colegio aprendí a crecer y a pintar mi propio camino. Descubrí también que el talento también es un acto de fe. Cuando Dios te da un don, te pide que lo conviertas en servicio. Con el corazón solo puedo dar gracias a las Hermanas Franciscanas por enseñarme a vivir con humildad y amor. A las directivas y maestros gracias también por descubrir en mí lo que aún no alcanzaba a ver. A esta comunidad, mil gracias, ya que siempre fue mi casa. Hoy quiero dejar una huella en uno de sus muros y espero también que en el alma. Me voy con la certeza de que cada color que dejé en este recinto, exprese la gratitud que siento por todo lo que este colegio me regaló. Aquí aprendí a ser yo, y es lo que me acompañará toda mi vida.
Atentamente,
María José Montoya Jaramillo










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